Madness in the Darkness

darknessPor Luisen López Bascuas.
Darkness y Born to Run son discos íntimamente conectados, son discos complementarios. Debemos escuchar los dos si queremos comprender el mensaje con toda su profundidad. Si en Born to Run, los protagonistas suben a sus coches para perseguir sus deseos, Bruce ha dicho que Darkness on the Edge of Town representa al hombre que frena el coche, da media vuelta y regresa a la ciudad para descubrir quién es y a quién pertenece. La música del álbum es contenida y densa; cada nota parece transmitir una cantidad ingente de información. Pero la contención musical no resta agresividad y contundencia al sonido. Escribe Ignacio Julia “las guitarras chirrían y aúllan, la sección rítmica retumba y golpea, la voz es un grito desesperado (…) Las canciones se arrastran con dolor o estallan en airados ataques de brutal intensidad”. Así es Darkness, y su metáfora, poderosa. La oscuridad y el borde de la ciudad, una zona ya borrosa e inhóspita, difuminada aún más por un manto oscuro. Pero bien sabemos que no pocas veces son esos lugares los que nos descubren las cosas que buscamos. En realidad, es difícil encontrar respuestas valiosas sin internarse antes en un camino oscuro (que se lo pregunten a Dante, por ejemplo). Powell señala muy bien uno de los posibles sentidos de esta oscuridad de la que está inundada Darkness: “(…) es como un espejo, donde cada uno se ve tal y como es, despojados de los velos de la ilusión y la fantasía”.

La canción arranca con una divergencia: el protagonista tenía una chica, una chica a la que nunca le ardió la sangre en las venas; esa chica ahora tiene una casa en Fairview y un estilo que mantener; sin embargo, si ella quiere verle, él apunta a un lugar bien distinto del que ella habita: bajo el puente Abram, en la oscuridad al borde de la ciudad. En la siguiente estrofa se lanza una andanada que se dirige justo a la línea de flotación de cualquier vida: todo el mundo tiene un secreto, algo a lo que no puedes enfrentarte, algunas personas gastan su vida ocultándolo y, sin embargo, lo llevan encima en cada paso que dan. Así es. ¿Dónde suele venir a situarse aquello de lo que más huimos? Justo a nuestro lado. Pero en realidad, no es tan mala noticia. Al menos pone de manifiesto, palmariamente, la futilidad de la huida. Y las paradojas (tan iluminadoras) siguen adelante en la canción; cuanto peor, mejor. Pero tiene sentido, tanto menos tenemos, tanto menos tememos. Y así nos canta Bruce: “I lost my money and I lost my wife, them things don´t seem to matter much to me now”. Y sigue adelante, sigue hacia donde tiene que ir porque una vez que se da el primer paso ya es difícil volver atrás: “Tonight, I´ll be on that hill ´cause I can´t stop”; y el compromiso es absoluto, radical: “I´ll be on that hill with everything I got”; y ya sabemos que el lugar comporta riesgos: “lives on the line where dreams are found and lost”; pero ahora la decision está tomada y estamos dispuestos a pagar el precio (otra vez): “I´ll be there on time and I´ll pay the cost”; y un brillante final vuelve a explicarnos por qué tenemos que pagar: “for wanting things that can only be found in the darkness on the edge of town”. El precio que se paga es lo que cuesta atreverse a ser quien se es. Y aquí arranca una guitarra estremecedora, una guitarra que subraya todas y cada una de las palabras anteriores, todas y cada una de las ideas anteriores, todos y cada uno de los compromisos anteriores.

Una canción prodigiosa para un disco prodigioso. Darkness es todo atmósfera, las ideas te envuelven capa tras capa de música. Al final comprendemos no por análisis sino por ósmosis.

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