16 Ene Surprise, Surprise
¿Cual es la sorpresa de Surprise, Surprise?
La primera vez que escuché “Surprise, Surprise” apenas me fijé en ella. O quizá sería mejor decir que me fijé en ella con mucha sorpresa, sorpresa. En principio, parecía una canción carente de interés: mucho estribillo, poca letra (en cantidad y calidad), mucho tachún, tachún para enganchar al personal y poca sustancia. En algunas partes incluso me recordaba a ABBA. Y no digo que me parezca mal ABBA; sólo digo que el hecho de que Bruce se transmute en ABBA, la verdad, me parece una surprise, surprise de ABBAcadABBA (si se me permite la broma).
Pero lo que me pasó con esta canción fue extraordinario. Porque lo que me pasó con ella ejemplifica lo que de verdad significa la canción, significado que yo no había entendido ni remotamente en las primeras escuchas. He sido un afortunado al poder vivir, en mis carnes, la sorpresa que nos aguarda en Surprise, Surprise.
Todo empezó cuando una tarde me dio por oír el disco no con mis oídos sino con los de mi hija de 6 años. Escuchaba las canciones y me preguntaba qué significarían para ella, cuál sería su canción preferida. (Quizá deba aclarar que mi niña es una fan de canciones como Out in the Street, Waittin´ on a sunny day, Seven nights to rock o American Land). Las canciones pasaban y cuando llegó Surprise, Surprise, se me abrieron los ojos como platos (C´mon open your eyes). Escuchada con los oídos de mi hija esa canción se transformaba en otra completamente distinta. Porque los oídos que se necesitan para entender esa canción son los de un “niño”. Y no quiero decir con esto que lo que se necesita sea una cierta ingenuidad infantil. No, lo que se necesita es la fe en la vida y la ausencia de prejuicios que tienen los limpios de corazón. También valen los oídos de adultos que se hayan sustraído al proceso de envilecimiento que en tantas ocasiones nos inflige la vida. (Obviamente, uno puede tener el corazón limpio, no estar envilecido y no gustarle la canción; que nadie se ofenda). De inmediato pensé que ésta sería su canción favorita de este disco (si es que ella tenía a bien escucharlo, claro). Había dado con una clave importante para entender la canción, pero todavía no la entendía completamente. Dos cosas tuvieron que pasar, además, para que llegara a comprender todo su significado; al menos, el que yo le doy.
La primera sucedió en mi coche. Yo conducía, el disco de Bruce sonaba y mi hija iba detrás a sus cosas. Empezó a sonar Surprise, Surprise y yo recordé que había algo que seguía sin entender. De pronto, y esto es literalmente así, oí desde la parte de atrás del coche “C´mon open your eyes, la, la la, la, la”. Un semáforo me hizo parar. Me giré y le pregunté “¿qué has dicho?” Su respuesta fue seguir cantando. Allí estaba esa niña de 6 años, riéndose, disfrutando de la música, abriendo (con toda intención) los ojos de par en par, contándome el secreto que no comprendía a través de esos ojos grandes y redondos. Sus ojos abiertos, abrieron los míos en un momento mágico donde tu hijo de 6 años te explica algo que tú no habías sido capaz de entender. “C´mon open your eyes, la, la la, la, la”.
La confirmación de que lo que me explicaron en el coche estaba bien me la dio el propio Bruce en un reportaje que pusieron en TVE. Merece la pena ver con cuidado la parte del reportaje que dedican a la canción. A Bruce y a Steve se les ve entusiasmados con ella, todos los rostros de los que allí aparecen están iluminados de felicidad. El momento desprende optimismo, camaradería y fe. Y luego Bruce dice con palabras (parte de) lo que mi hija me había dicho con los ojos: “la gente pensaba que, la música que me gustaba de niño, era basura; y no era basura…era, era bonita”. Conviene resaltar el modo en el que Bruce dice estas últimas palabras. No hay rencor, ni venganza, ni censura; lo dice con dulzura, en un diálogo consigo mismo en el que descubre que sus sensaciones de niño eran las adecuadas. Él pensaba que esas canciones eran bonitas y resulta que, tras un largo camino, eran de verdad bonitas. Parece que hace falta un largo recorrido para poder llegar al lugar adecuado, lugar que resulta ser…¡el punto de partida! Cuando escuché “Surprise, Surprise” por primera vez estaba tan ciego (o sordo) como los que le decían a Bruce que toda esa música que le gustaba era basura. No era basura; “Surprise, Surprise”, no es basura. Es bonita. Mi hija, carente de prejuicios, se dio cuenta en seguida.
Y como en aquellas canciones aparentemente ingenuas de los 50 y los 60 el mensaje (la sorpresa) no está en el texto sino en el subtexto. Y en ese subtexto lo que se nos cuenta es lo que el amor puede hacer. Mi amigo Eddy Lorensen me preguntó hace poco si había entendido el significado de “What Love Can Do” (otra de las canciones de WOAD); yo le contesté sin dudar: si quieres entender What Love Can Do, entonces escucha Surprise, Surprise, ahí está la respuesta.
Un niño llega al mundo y todos los que le quieren se han congregado para descubrirle la gran sorpresa que nos depara este mundo: nacemos para hacer que se cumplan nuestros deseos y ese es el sentido que tienen cada uno de los días que vivimos](“and when the sun comes out tomorrow, it´ll be the start of a brand new day, and all that you have wished for, I know will come your way”). Pero para que eso ocurra hay que hacer algo. Algo que no es nada fácil. Hay que abrir los ojos y dejar que el amor resplandezca, abrir los ojos y permitir que nuestra mirada llene de amor el mundo, abrir los ojos y dejar que el amor del mundo entre en nosotros.
Ésta es la fuerza que tiene en la canción la escena del cumpleaños. Un niño abre los ojos e inunda de ilusión la sorpresa que le habían preparado. Un niño abre los ojos y es inundado por la ilusión que los otros pusieron en la sorpresa que había para él. El resultado de esa interacción amorosa es que nuestra mirada se llena de poder. El mundo no es ni bonito ni feo. El mundo es lo que nosotros hacemos de él. Lo que el mundo es depende de nuestra mirada: “C´mon open your eyes and let your love shine down”. Esto es lo que el amor puede hacer. Como nos canta Bruce, el amor puede dibujarnos una corona de luz de estrellas alrededor de nuestro pecho y puede bendecir nuestra alma para toda una vida. El sentido de las cosas pasa por el amor que se pone en ellas. Tan simple y tan complicado. Tan simple que un niño lo entiende; tan complicado que hay que “grow young again” (como nos recuerda Bruce en “No surrender”) para entenderlo.
Yo sé que esto es así, entre otras muchas, muchísimas cosas, porque estaba allí, en ese coche, ese día en que una niña de seis años abrió sus ojos y, con ello, llenó de sentido una canción que nos explicaba cómo llenar de sentido una vida.
Por Luisen López Bascuas (Hardtown).